El colectivo de arte sonoro Minimal Technology presenta su último proyecto “8.8”, un disco que viaja desde el 27F (El terremoto en Chile en febrero del 2010), compuesto y grabado durante su residencia en CASAPOLI, ubicada a pocos kilómetros del epicentro del terremoto.
En cuanto a 8.8, el disco (“aparato sonoro-musical”, un disco de vinilo dedicado “a todos quienes en algún momento han vivenciado un terremoto”), podemos decir que se desarrolló en el contexto de una residencia del colectivo entre mayo y junio del 2017, en el proyecto arquitectónico de residencias de arte contemporáneo y arquitectura Casa Poli, fundado en el 2002 en la Península de Coliumo (Región del Biobío, Comuna de Tomé, sector de Punta de Talca), a pocos kilómetros del epicentro del 27F, y esta fue la primera vez que un grupo usó la locación para componer y grabar, permitiéndole a Minimal Technology un acercamiento/instancia de registro, mucho más allá que lo meramente conceptual, a los sonidos y ruidos del lugar de los hechos, ni más ni menos, retro alimentado hacia 8.8, la instalación, en modalidad interactiva activada por sensor de movimiento, asumiendo los surcos del disco de vinilo como una extensión/componente de interacción en formato grabado. Por acá desfilan gaviotas, el mar, rítmicas inspiradas en la percusión sobre galones de gas de los repartidores, burbujeos, charango procesado, estática de línea telefónica, zumbidos/interferencias/fallas de origen digitales (glitch), junto a pasajes big beat de tinte electronic body music neo-brutalista, manipulación de discos de vinilo en tornamesa, y elementos menos claros, pero todos confluyentes para evocar el espacio físico que está en el origen de esta obra en tres partes (réplicas) y un apéndice.
«8.8. de Minimal Technology es un disco notable y hermoso; la compañía perfecta para almuerzos familiares de día domingo.” – Martín Gubbins, poeta sonoro.
«Minimal Technology es mi placer culpable.”– Ivan Navarro, artista visual.
En términos de estilo podemos percibir varias constantes presentes en su discografía anterior, esto es, un acercamiento, digamos que situado entre el arte sonoro y la electrónica experimental, desprejuiciado. En cuanto al sonido y la manipulación de material sonoro encontrado y a la música electrónica en sí, jugando entre el site-specific y la grabación de campo, en una suerte de minimalismo. Sí, a ratos casi ambiental pero con pasajes más o menos rítmicos barajados entremedio, un arte sonoro… “conceptual”, no hay duda, pero con elementos cotidianos-folklóricos encontrados / sampleados / procesados / descompuestos que descolocan y desafían una mirada ortodoxa binaria. Producido en una edición de trescientas copias financiadas a través de un FONDART ámbito regional.
José Miguel Trujillo
Santiago, Chile
Enero 2018
RESIDENCIA CASAPOLI
La península de Coliumo es una pequeña porción de tierra que se adentra en el mar frente a la región del Biobío. En un sector conocido como Punta de Talca se emplaza Casa Poli, lugar de retiro e introspección individual en un paisaje natural extremo; un espacio de reunión, exposiciones y talleres para la investigación y elaboración colectiva de proyectos culturales.
El colectivo Minimal Technology fue seleccionado para participar de estas residencias artísticas para la creación y composición del apartado sonoro-musical del proyecto 8.8. Los integrantes del colectivo, quisieron instalarse lo más cerca posible del epicentro del terremoto magnitud 8.8 del 27 de febrero de 2010, gesto que dotó de una particular impronta al trabajo musical desarrollado.
El trío permaneció durante mayo en Casa Poli en búsqueda de fragmentos sonoros propios o nativos de la zona, tanto de la naturaleza como urbanos, con intención de reinterpretarlos. Estos fueron capturados, modificados, procesados, rearmados y compuestos, creando cinco pistas sonoro-musicales que quedaron registradas en un disco de vinilo, que lleva por título 8.8. Estas mismas piezas o fragmentos sonoros fueron incluidos en la instalación 8.8 de manera interactiva, los que al ser activados por el espectador –a través de sensores– son recompuestos, convirtiendo de este modo al espectador en coautor, reversionando el original.
Al ser este un proyecto transdiciplinario, en donde se involucran distintas disciplinas plásticas, se establecieron vasos comunicantes entre los distintos lenguajes, en el caso de lo sonoro se abordó de la misma manera en que se enfrenta el trabajo de una pieza visual o gráfica, a modo de un collage sonoro-musical.
El trabajo en sí, fue definido intencionalmente sin una estructura previa, la finalidad era entrelazar los sonidos a modo de improvisaciones, exploraciones intuitivas como punto de partida de la composición. Dentro del proceso se fue reiterando en esa particularidad, interviniendo los fragmentos sonoros a modo de explorar su propia plasticidad. El resultado compositivo se mueve entre la estructura y la desestructura, estableciendo una tensión entre ellas, sintonizando con el estado de conmoción al que nos vemos inmersos al vivenciar un terremoto de gran magnitud.
Si en el site specific las obras son creadas para existir en una locación determinada tomando en cuenta el emplazamiento, acá sucede lo inverso, es el lugar, el espacio geográfico, el hábitat natural el que se manifiesta y estampa el trabajo artístico. De cierta manera es el paisaje quien determina estas nuevas composiciones musicales, como un grabado, como los surcos en un disco de vinilo.
MT 2017