La última muestra de Nicolás Franco toma como punto de partida el film documental de Luis Buñuel dedicado al pueblo de Las Hurdes, donde el artista a través del uso del archivo resignifica y reubica la decadencia exponencial de la sociedad.
Por Ana Rosa Ibañez | Imágenes: cortesía del artista
Al entrar a la muestra “Tierra Sin Pan” de Nicolás Franco, se hace difícil mantener una mente objetiva. La exposición que se presenta en el Centro Cultural de España – que ya de por sí presenta un atractivo arquitectónico modernista – de inmediato denota un tratamiento estético limpio, casi frío que facilita su recorrido. En esta muestra, las obras están dispuestas de tal forma, que invitan al espectador a recorrerla pausadamente, por estaciones; el artista va cambiando las plataformas que permiten mantener la mente fresca y dispuesta durante todo el recorrido, interactuando con las obras en distintos niveles visuales. Sólo un cuadro es lo que encontramos al principio de la muestra: una fotografía que muestra una plantación de agaves ubicada al costado de una carretera. Esta imagen que nos sitúa en el territorio árido y rural desde donde provienen varias de las obras que el artista exhibe.
Para contextualizar el proyecto de Nicolás Franco, debemos saber que el título de la exposición “Tierra Sin Pan”, proviene de la obra de Luis Buñuel “Las Hurdes, tierra sin pan”, película documental rodada en 1933. En ella Buñuel refleja de una manera cruda y sórdida la realidad tercermundista de esta zona rural de España. Y es que como en varias obras de Buñuel, el cineasta utilizó la realidad en su estado más bruto como arma contra la sociedad burguesa. Hace de canal entre las altas esferas de la sociedad y esta comunidad paupérrima donde no se conocía ni siquiera el pan, y que por lo tanto las prácticas para sobrevivir eran extremas, o a ojos de la sociedad moderna, poco humanas. Es desde este punto de donde se origina el interés del artista por la obra de Buñuel: el entendimiento de que entre más implacable es un mensaje, mayor es su impacto.
En la primera sala, Nicolás se concentra en la escena de la decapitación del gallo (única escena originalmente censurada en filme de Buñuel y que se desarrolla en el contexto de una ceremonia nupcial, en donde los recién casados, deben arrancar la cabeza de un gallo al galope en un caballo). Franco graba con tecnología 4K una secuencia similar, que se concentra en el momento previo a que el animal sea sacrificado. Esta escena se registra -como todo el material original presentado en la exposición-, en el contexto rural de la zona central de Chile. La escena del gallo es entendida por el artista como una secuencia cinematográfica que logra resumir, en pocos segundos, el contenido del documental de Buñuel. La agonía del gallo, es, al fin y al cabo, nuestra propia agonía. La vida, la enfermedad y la muerte como ejes articuladores de la existencia.
Estos conceptos se ven representados a través de fotogramas extraídos directamente de la película, acompañados de citas de la voz en off que narra con una brutalidad calculada, las costumbres y condiciones de vida de los habitantes de Las Hurdes. Junto a esta composición, vemos dos pantallas que muestran un paisaje montañoso teñido de rojo, intersectado por la imagen de una gallo batiendo sus alas, quizás a punto de encontrarse con su muerte. Esta imagen nos dispone en lo que podría ser la última imagen que logra ver el animal antes de morir: un árido paisaje teñido de sangre.
Al ingresar en la segunda sala entramos a una especia de laboratorio: una luz extremadamente blanca y fría, contrasta con una serie de fotografías esparcidas en el suelo, tal cual imágenes recién impresas que aún se encuentran bajo el análisis de su autor. Las imágenes muestran fotogramas del video La Imagen y su Doble, obra audiovisual en la que Nicolas Franco realiza una copia del filme de Buñuel a partir de material apropiado proveniente de plataformas sociales como YouTube y Vimeo. La ubicación de las imágenes, dispuestas en el suelo de la galería, buscan generar un determinado recorrido y, al mismo tiempo fuerzan al espectador a mirar hacia abajo, apelando metafóricamente a la manera en que muchas veces nos relacionamos con la miseria y el dolor de los demás.
Por último, podemos encontrar en las paredes de esta sala una serie de objetos encontrados, que se vinculan a escenas del filme de Buñuel: una muela sobre una caja de luz, un cacho de toro, una cuerda y un trozo de agave –en el cual se puede leer el nombre “Romy”– , se encuentran expuestos como objetos museográficos y de estudio, dispuestos solos cada uno en un muro y sobre pulcros soportes, tal cuales símbolos de la enfermedad de una sociedad en decadencia exponencial.