«Desterritorio: líneas del vacío» tiene la intención de activar reflexiones sobre los espacios, sus complejidades y contradicciones, desde lo macro hacia lo micro, desde lo perpetuo hacia lo efímero y de lo infrecuente hacia lo cotidiano.
Por Rodolfo Andaur | Imágenes cortesía del artista
Son varios los sociólogos, artistas visuales e incluso personeros de la vida política que se han volcado a estudiar los fenómenos que rodean la vida social y geopolítica de diversas regiones de Chile. Es aquí donde nos tropezamos con el singular trabajo del artista visual oriundo de Temuco, Gonzalo Cueto, quién ha proyectado sus ideas sobre una atmósfera que perfila los sentidos del quehacer artístico en lugares donde el aislamiento sucumbe la física del país.
Por el momento, es posible inferir que el caso de Cueto podría ser asociado al actuar de uno de esos “antropólogos” que busca constatar la diversidad que exponen las cosmovisiones de una etnia, o las texturas que impone el paisaje, sea éste natural o industrial. Es más, la combinación de sus enfoques, que desde el video es reconocida por construir relatos que han rozado el formato experimental, también nos han revelado esa incierta identidad que yace dentro de algunos grupos humanos alejados de las rubricas que expande una realidad contemporánea que expele demasiada agresividad y melancolía.
Chile es un país limítrofe, encajonado y que constantemente sucumbe ante el impacto de la naturaleza. Entonces son estas ideas las que han permitido a Cueto diseñar un trayecto, un camino que bifurca en otros al unísono, apareciendo el conjunto de intenciones que el proyecto Desterritorio: líneas del vacío posee y que activan interminablemente el propio universo de este artista visual.
Bajo una secuencia que presenta la amplitud e infinitud de los puntos y contenidos que este proyecto intenta cruzar, friccionar y armonizar, se disponen innumerables ejes que son capaces de tejer disciplinas astronómicas, artísticas, geográficas, históricas y filosóficas con lo que él nos sugiere una acción abierta, permeable y en constante transformación.
Desterritorio: líneas del vacío guarda en sus antecedentes algunos testimonios del propio contexto en el cual se desenvuelve, y que a mi juicio entrelazan intereses políticos por medio de los análisis geográficos y cartográficos que forman una multiplicidad de agentes que inscriben puntos visuales y materiales. De este modo, el artista ha compilado su propia historia como un agente en constante creación, que junto a sus herramientas moldea e impone una reapropiación, subversión y reversión de la propia imagen desde donde la misma señala una posibilidad de narrar otras historias, descolgadas, y desde una historia hegemónica, única, católica, occidental, colonial e impositiva. Resultando así la posibilidad de utilizar el territorio y sus maniobras como prácticas estéticas.
Desde otra vereda, Desterritorio: líneas del vacío tiene la intención de activar reflexiones sobre los espacios, sus complejidades y contradicciones, desde lo macro hacia lo micro, desde lo perpetuo hacia lo efímero y de lo infrecuente hacia lo cotidiano. Todo como una forma de mantener ciertas consecuencias visuales, que frente a los ejercicios tomados para articular la acción, van delimitando el espacio. Además, por intermedio de estrategias estética-culturales, de apropiación y mezcla de uno que otro sistema; y que aparentemente parecen no relacionados, él intenta generar nuevos significados y percepciones sobre la base de esas “líneas de vacío”.
Las ideas citadas anteriormente, en última instancia, ensayan la posibilidad y necesidad de invertir e intercambiar circunstancias y reverberaciones actuales de lo que ha sido el desplazamiento de un artista, para así proponer otras historias y cautelar por la actualización de otras geopolíticas. Finalmente Desterritorio: líneas del vacío, esta compuesto por una serie de ejercicios que militan en materialidades, imágenes y concepciones interdisciplinarias, que surgen del ejercicio de retro-visión de la propia práctica artística que ha construido el propio Cueto y que ha estado caminando por senderos aún desconocidos para la historia de la práctica artística nacional.