Ninguno se define desde una disciplina y todos trabajan desde la colaboración y solidaridad para manifestar las inquietudes y problemas de una sociedad que, quizás a través de un replanteamiento de las imágenes y el lenguaje, puedan adherir la poética a lo que es difícil de asimilar, y desde ahí la posibilidad de imaginar nuevamente nuestra mente y potencia colectiva. Especialmente desde hace un año Pablo Castro, Delight Lab y Pésimo Servicio han sido catalizadores de un nuevo capítulo en la historia de Chile.
Por Carolina Martínez | Imágenes cortesía de Pablo Castro, Delight Lab y Pésimo Servicio
Pablo C. Castro Zamorano
Soy diseñador formado en una institución que ya no existe y donde no terminé mis estudios. Instruido por mi curiosidad y guiado principalmente por el amor, me sentí graduado tempranamente, sobre todo porque comencé entonces a expandir mis intereses hacia la música y por consiguiente a lo audiovisual forzándome a trabajar con conceptos líquidos e ideas transmediales. Formamos un colectivo artístico con amigos/hermanos, Minimal Technology, participé en encuentros de artes visuales con video instalaciones y arte sonoro, grabé y publiqué música, organicé encuentros masivos, me uní a La Nueva Gráfica Chilena y me trasladé lo más lejos posible. Actualmente hago todo lo posible para seguir fortaleciendo el nuevo entramado social que estamos colaborando a construir e insertando contenidos propios en lo colectivo, para que se transformen y se disuelvan. Ser parte de esta nota me sorprende y estimula.
«Para mí las revoluciones siempre han partido desde las palabras. De lo que se enuncia y de los discursos, manifiestos y poemas vernaculares. Participo entonces como parte de un colectivo de mediadores/medium, clarividentes que entrelazan mundos que se manifiestan por lo general de manera impresa sobre papel»
Carolina Martínez: ¿Desde dónde parte tu motivación e inspiración como diseñador gráfico y artista a realizar creaciones que tienen una vocación declaratoria y que impulsan el cambio y conciencia política y social? ¿Dónde y cómo opera ese intersticio activista entre el arte y el diseño?
Pablo Castro: Llevo años molestando. Ponte en el lugar de un adolescente en mitad de los 80 que aparte de tener que batallar a diario con su mutante interior, está expuesto a la violencia policial y represión institucional cada vez que entra y sale de su colegio en el centro de Santiago. Me apuntaron con un arma de fuego teniendo 13 años y estuve detenido por primera vez a los 16. Entonces lo que hago, mis gráficas y mis palabras, son expresiones de autodefensa para exorcizar ese trauma y miedo impuesto. Es algo personal, no tiene mucho que ver con ser diseñador, artista y hacedor de imágenes. La desconfianza y el recelo contra quienes nos han gobernado también me fue inoculado en ese tiempo. No le creo a este sistema binario, heteropatriarcal y libre mercadista.
En el 2011 utilizando el medio impreso en formato afiche hice una imagen que formó parte de una intervención sobre la fachada de la Casa Central de la Universidad de Chile, justo para el estallido de los estudiantes.
En el 2014 construí otra imagen súper visible que se remite a estas dualidades que menciono. Se trata de este híbrido del logo del NO pero que dice SI.
Primero fue simplemente un afiche que circuló en espacios pequeños y controlados, pero que terminó siendo un letrero luminoso construido en tubos de neón que se exhibió ese mismo año para el Festival Internacional de Fotografía de Valparaíso FIFV. Duró expuesto solo un par de horas, para luego ser apedreado.
El que se mencione como arte a estas piezas visuales que desarrollo, no pasa de ser una interpretación. Me gusta llamarle 4rt3 o arte con minúsculas, en parte para deconstruir la perspectiva hegemónica del arte que circula en galerías de artes, bienales, museos y/o en espacios mercantiles. Lo que se propone entonces es una exhibición extra muros de la que forman parte estos impresos junto a los de un colectivo gigante de hacedores de imágenes sobre todo anónimas.
CM: ¿Cuáles son las posibilidades del diseño, comunicación visual y práctica artística en un momento como al que estamos asistiendo en Chile y en el mundo? ¿Crees tener una responsabilidad desde la comunicación y arte como agente social dentro de la práctica cívica? ¿Cómo la haces convivir con el resto de tus quehaceres, cuán consecuente se puede ser dentro del actual modelo?
PC: La instrucción académica de la usabilidad del diseño me ha provocado urticaria hasta el día de hoy. En lo personal, creo que el diseño provee herramientas para comunicar y expresarse, y eso es lo que he hecho con lo apre(he)ndido. El diseño no es materia solamente de diseñadores, así como el arte no es solo de los artistas, ni la poesía de los poetas.
Para mí las revoluciones siempre han partido desde las palabras. De lo que se enuncia y de los discursos, manifiestos y poemas vernaculares. Participo entonces como parte de un colectivo de mediadores/medium, clarividentes que entrelazan mundos que se manifiestan por lo general de manera impresa sobre papel. De esta manera estoy seguro que se generan anticuerpos que nos mantienen ideológicamente sanos dentro del actual modelo que mencionas. Introducirse en estas prácticas visuales disidentes nos sirve para romper el conjuro con que cada lunes nos hechiza lo establecido.
CM: Para lo que el fue estallido social en Chile en octubre del 2019 tus imágenes fueron muy visibles e impactantes. Luego, este año en pleno azote de la pandemia realizaste creaciones que declaraban –o más bien denunciaban- la situación que se vivía en el país producto de esta administración política. También hiciste nuevos diseños conmemorando el aniversario en octubre del estallido, lo que tuvo varias repercusiones y persististe. Este pasado fin de semana tuvimos las votaciones por un plebiscito casi tan histórico como el de 1988, donde también lanzaste tu carga visual a través de las redes. ¿Cuánto de todo lo que haces y has hecho crees que impacta en la sociedad y en la agenda que debemos construir y discutir en conjunto?
PC: Entre las varias imágenes que he desarrollado puedo contar una sabrosa historia en relación a la frase OCT18RE que hice días antes de la conmemoración del 18.
Dibujé en un papel esa combinación de letras y números, la que mas tarde trabajé en digital considerando que es el medio que más utilizo para publicar. El detalle es bien particular porque llamamos “publicar en mi muro” cuando posteamos imágenes en las RRSS, como si se tratara de engrudar un afiche en una muralla.
Para esa imagen usé una fuente desarrollada por un diseñador chileno que conozco y que había descargado, ya que circulaba de manera liberada, pudiendo ser utilizada libre de cargos (supuestamente) para el desarrollo de gráficas de protesta y de apoyo a la causa social que estamos impulsando. La noche de esa misma jornada en que publiqué la gráfica, recibí un e-mail firmado por el tipógrafo amenazándome con utilizar herramientas legales nacionales e internacionales y a sus abogados por haber usado su trabajo sin permiso, sus colores y sus ideas.
Mi respuesta fue simple: cambiar la letra por otra, bajar la imagen con sus glifos y publicar una nueva. Me interesa mucho más la palabra que la forma. Con esta segunda solución hice después un calendario y todo lo dispuse con libertad para poder ser descargado por quien quisiera conservar los archivos, imprimirlos y hacerlos circular, sin letra chica. Para la concentración del 18 de octubre de este año me topé con personas vendiendo afiches y calcomanías con la gráfica. Si eso no es impacto social, entonces no sé que otra cosa podría ser.
En este momento absolutamente contemporáneo, digamos la semana que pasó, entre que leía opiniones y pensamiento en torno al plebiscito del domingo me remito a lo que mencionaba más arriba, a esta manera en la que nos vuelven a someter a la dualidad de género, al ser de un lado o del otro, a optar por lo menos malo e ignorar la tremenda variedad de opiniones y pensamientos. Por otra parte, cualquier daño que pueda hacérsele al sistema, por pequeño que sea, como votar apruebo, es válido, teniendo bien claro que se trata de una farsa modelada por la elite política y económica que genera enorme desconfianza. Es hablar desde la lucidez no más. No es tanto esfuerzo.
CM: Hoy, para tí ¿cuál es el lugar de las imágenes creadas?
PC: Los muros, digitales y los de la calle. En las manos y en la memoria de las personas que transitan, intervienen y descansan en esos muros. En los talleres y laboratorios gráficos autogestionados donde se intervienen, recortan, vuelven a pegar y se cuestionan, se defienden, se reeditan y se remixean. También en las páginas y repositorios digitales de memes, por supuesto.
Delight Lab
Utilizamos la luz para contrastar aspectos oscuros de nuestra sociedad
Damos a la luz mensajes para la reflexión, mediante la palabra.
Creemos en el poder de esta, en el poder de las intervenciones,
en el momento y lugar en que son ejecutadas.
Siendo efímeras desde su carácter fantasmagórico,
se entienden desde un contexto espacial, temporal y sociopolítico.
Nos mueve ejecutar un arte que pueda debatir y abrir realidades, en muchos casos
buscar justicia desde una resonancia poética, un arte que pueda influir en lo que
acontece y que a la vez problematice los límites entre lo público y lo privado.
Andrea Gana y Octavio Gana
«Sentimos que el arte y la poesía abre esos imaginarios para inspirar estos cambios tan necesarios que nacen desde cada uno; es en la creatividad y la conexión con la intuición donde están las respuestas para resolver lo que se viene»
Carolina Martínez: ¿En qué momentos recuerdas que empezaron a inmiscuirse las preocupaciones y ocupaciones que hoy los han llevado a generar desde el arte en el espacio público acciones que buscan empujar a nuevos estados de conciencia en las personas -para ojalá- poder generar reflexión y de ahí el cambio? ¿Cómo describirías esos impulsos y qué esperaban de ellos?
Delight Lab: Delight Lab desde sus primeros años de una u otra manera ha participado en movilizaciones a través de proyecciones. Recuerdo la más potente de esa época donde salimos con un vehículo a proyectar PATAGONIA SIN REPRESAS. Luego realizamos algunas intervenciones más artísticas, particularmente haciendo “revivir” y caminar por las calles a Pablo Neruda y posteriormente a Salvador Allende, y lo que ocurrió ahí fue que empezó a reunirse gente alrededor de las proyecciones y a seguir el circuito, viendo que algo había cambiado con la audiencia. Pero sin duda que la intervención que más nos marcó y que nos hizo seguir esta línea de manera más directa, fue la proyección del rostro de Camilo Catrillanca en Plaza Italia al día siguiente que la policía chilena lo asesinó en su tractor. Esta acción fue acompañada con el verso de Zurita “Que su rostro cubra el horizonte”, buscando con ello elevar su vida y dejar esa vibración de una muerte injusta y que necesitaba ser visibilizada desde su humanidad. Desde ese momento y respondiendo a esos impulsos, aparte de experimentar en residencias y proyectos que intentan visibilizar las problemáticas en torno al agua y los ríos en Wallmapu, cuando han ocurrido ciertos hechos o situaciones que nos sensibilizan mucho, nos abrimos a la posibilidad de hacer alguna acción; evaluar qué, cómo y cuándo. Sentimos que para un país como Chile, que viene sufriendo tanta injusticia bajo este sistema ultraneoliberal impuesto, es necesario realizar acciones que al menos de manera simbólica, puedan generar y provocar cierto impacto, debate o sentimiento canalizador que pueda servir para sanar o resolver asuntos que obstaculizan el vivir digno y justo que las personas merecen.
CM: Los límites entre arte, poesía y el intervencionismo público los han diluido para -más allá de reflejar y expresar el estado de nuestra sociedad- convocar y restituir un lenguaje que necesita ser compartido para visualizar nuevamente la solidaridad que requiere el potencial modelo que puede surgir de este momento. La cultura y las palabras -nuestras características inherentes como animales humanos- nos han separado del resto del mundo y entre nosotros. ¿Cuál es el valor que ven y trabajan a través de textos devenidos imágenes en un período histórico que potencialmente está dejando espacio a un nuevo modelo y manera de concebir la estructura?
DL: La carga simbólica de cada palabra ha sido fuertísima, tanto en el momento de su elección como en la repercusión que han tenido algunas, incluso lo que ha sido la censura. También creemos que es muy importante la superficie del lugar escogido, que la complementa y contextualiza. Pero claro -y por sobre todo- la resonancia poética que implica traer esta imagen, una vibración que cada persona puede presenciar cuando aprecia estas acciones, es algo hermoso y muy difícil de explicar con palabras. Probablemente es algo que solo le pasa a los espíritus animales humanos, de los demás animales es difícil saber.
CM: La acción que realizaron este pasado domingo después del plebiscito conducente a una nueva constitución me hace pensar en el estímulo hacia esta nueva manera de ubicarnos en el mundo y el universo: en relación, armonía, flujo y apertura. ¿Cuál fue el punto de partida y el punto de decisión?
DL: Lo que ocurrió el domingo de cierta manera es el cierre de un ciclo que comenzó con la palabra DIGNIDAD proyectada sobre la torre Telefónica, cumpliéndose un año de proyecciones sobre ese inmueble y desde el estallido, por lo que también sentíamos la necesidad de volver a intervenir y seguir aportando con una palabra que buscara seguir expandiendo las posibilidades que tenemos como sociedad para construir algo mejor. Sentimos que el arte y la poesía abre esos imaginarios para inspirar estos cambios tan necesarios que nacen desde cada uno; es en la creatividad y la conexión con la intuición donde están las respuestas para resolver lo que se viene.
CM: ¿Cómo pueden hoy las personas volver a significar y ocupar el agora, que siguiendo a Bauman corresponde a ese espacio límite entre la esfera pública y privada? ¿Es ahí donde reside la potencia de cambio replegada en el cadáver del neoliberalismo que hoy estamos viendo?
DL: Corriendo los límites de todo, en Chile los límites del agora y de lo privado están culturalmente impuestos e inculcados desde el miedo. Creo que la expansión, y quizás pensar además en moverlos y disolverlos, puede traernos la mejor versión del ser humano, compartir todo desde el amor, desde la humanidad, y no desde el “yo tengo y tú no”, sino que compartir desde el “yo tengo y si yo tengo tú también tienes”. Entonces con los espacios públicos que son casi todos privados, debiera ocurrir eso, deberíamos abrirnos a repensar todo, espacios y sistemas mucho más dinámicos y amorosos desde la sinceridad humana, desde esa fragilidad y precariedad, pero también desde esa fortaleza hermosa que ocurre cuando los humanos se unen y organizan desde el desinterés material.
Pésimo Servicio
Somos un colectivo interdisciplinario conformado por siete amigues de Valparaíso, que con la inquietud de armar una cooperativa de trabajo, comenzamos a reunirnos un poco antes del 18 de octubre del 2019. Desde entonces nos hemos dedicado a gestionar, en diferentes formatos, material de denuncia en torno a la revuelta de Octubre. En las primeras noches de toque de queda en el 2019 comenzamos con proyecciones sobre edificios y panfletos impresos. Luego vino la realización de un carro de serigrafía ambulante para poder imprimir en la calle, acciones colectivas como «Chile Mata» y «Exigimos dignidad y nos declararon la guerra» entre otras, e intervenciones en el espacio público. También hemos realizado trabajos cooperativos con otros colectivos, asambleas y comunidades cercanas.
Somos Danila Ilabaca, Camila Fuenzalida, Gabriel Vilches, Iñaki de Rementería, Pablo Suazo, Paula López-Droguett y Rodolfo Muñoz. Todes provenientes de distintos quehaceres relativos a las artes, los oficios y la gráfica.
«Poner los temas en la calle y en las redes es fundamental para poder abrir discusiones creadoras y que fomenten el diálogo de los territorios y sus pueblos»
Carolina Martínez: Se reunieron como colectivo integrando diferentes disciplinas y quehaceres durante el estallido social en Chile en octubre del 2019. ¿Cuáles fueron las principales motivaciones para agruparse y las que tenían en común para comenzar sus acciones? ¿Cómo se encuentran las necesidades de dar cuenta de lo que estaba pasando?
Pésimo Servicio: Somos un grupo de amigues y estábamos pensando en generar una cooperativa de trabajo y compartir un taller. Por eso nos reunimos el día 18 de Octubre, cuando ya estaba bastante “activo” todo en Santiago. En ese encuentro escuchamos la cadena nacional sobre el estado de catástrofe y supimos de inmediato que al día siguiente se vendría todo. Cambiamos rápidamente nuestros planes y decidimos trabajar en pos de visibilizar y difundir las violaciones a derechos humanos que empezaron a suceder y que siguen ocurriendo. Desde ese momento no nos hemos separado y hasta hoy seguimos trabajando.
Sentimos la urgencia de replicar aquella fuerza que estaba manifestándose en la calle. Lo hicimos con los recursos que teníamos y lo primero que escribimos fue “NO ESTAMOS EN GUERRA”, en relación a las declaraciones que hizo Sebastián Piñera por aquellos días. La verdad es que solo ampliamos mensajes que andan por ahí, en algunos casos generamos investigaciones de profundización, damos nuestra opinión. Sabemos que en este territorio siempre hay algo de que hablar ¿no? Por lo tanto siempre tenemos de qué alimentarnos para editar un texto o una imagen y publicarlo, repartirlo y multiplicarlo.
CM: ¿Cómo son sus procesos de creación y cuánto influye en el espíritu de sus acciones la condición colectiva que renuncia a la autoría?
PS: En general, siempre estamos generando ideas de todo tipo. Todes proponemos cosas, todes observamos cosas que podrían ser publicables y tenemos un sistema de libre flujo de esas ideas. Algunas se descartan por conflictos para entenderlas; definimos prioridades, tenemos asambleas semanales y jornadas de trabajo en el taller. Todes ponemos nuestros recursos profesionales, corporales y de tiempo para que las cosas se logren. El tipo de autoría que llevamos nació espontáneamente y entendemos que lo que se quiere comunicar es mucho más importante que quienes lo comunican. Somos todes amigues, no tenemos deseos de destacar unes por sobre otres, y además cada une tiene su sistema de trabajo por otro lado. Tratamos siempre de reforzar el sentido de todo esto como un espacio de aprendizaje y de compañerismo. De ahí que nuestro nombre Pésimo Servicio nos permite equivocarnos y estar en constante aprendizaje.
CM: Estamos viviendo un momento de inflexión en la estructura del modelo tanto en el país como en el mundo, expresado por diferentes tipos de eclosiones que han sido catalizadas por la vuelta al sentido colectivo en la sociedad y en la historia. Algo que siguiendo a Franco “Bifo” Berardi, era el sueño solidario que el capitalismo nos había arrebatado. ¿Cuál es la potencia hoy de la creación de imágenes a partir de nuevas reflexiones visuales? ¿Cuál es su impacto y eficacia en la sociedad que intentamos construir?
PS: Vivimos en el mundo de las imágenes, estamos con ellas en todas partes y todos los días. Por lo mismo no fue difícil pensar en ellas cuando empezamos. Todes venimos de las artes visuales, el diseño gráfico, carpintería, la conservación y la restauración, la fotografía, y así, trabajamos todes vinculados al ojo. Las imágenes que generamos se regalan a un mundo lleno de ellas y permiten el diálogo entre distintas voces que se aproximan a este conflicto desde este lugar. Es bonito además pensar en las palabras como imágenes, su circulación, la repetición y la fuerza de la insistencia para que del vínculo entre ellas surja algo nuevo.
Creemos que nuestro impacto no es mayor que al de cualquier otra persona o colectivo. Hay un mar de ideas y propuestas que andan circulando por ahí, lo que sí nos parece interesante es que dialoguen entre ellas, que se amplíe el diálogo y que efectivamente se converse sobre lo que se está proponiendo. Esta movilización en particular es muy interesante en ese sentido: las redes sociales funcionan como amplificador de todas estas imágenes y permiten su circulación hasta en los lugares más remotos. Nos interesa que se converse, que se vea, que se visibilice, y que se potencie la fuerza popular que trae consigo la posibilidad de cambio.
CM: Sus creaciones visuales que mezclan imágenes y textos nos han acompañado desde Valparaíso desde hace un año, estando presente en los hitos que han marcado este intenso período: estallido, una pandemia mal administrada, crisis social y económica y un plebiscito histórico, casi tanto como el de 1988. Han colaborado con otros colectivos, artistas y creadores, sufriendo la censura que ya se ha convertido en parte de esta dialéctica de tensión social/creativa. ¿Qué es lo que hoy necesitan manifestar o denunciar? ¿Cómo asisten a este nuevo capítulo en la historia de Chile?
PS: Lo que necesitamos manifestar es nuestra relación afectiva con los territorios y los seres, y creemos que se puede hacer denunciando por un lado, las violaciones a los derechos humanos por parte de los agentes del estado, y por otro, la profunda desigualdad causada por un sistema capitalista. Es por eso que la frase de Pepe Cuevas hace tanto sentido hoy, interpela a lo profundo de nuestras cotidianeidades, es decir, cómo nos relacionamos con el mundo. Es entonces que poner los temas en la calle y en las redes es fundamental para poder abrir discusiones creadoras y que fomenten el diálogo de los territorios y sus pueblos.
Y ante lo que parece ser un nuevo capítulo, asistimos desde la profunda desconfianza a los procesos impulsados desde la elite, pero conscientes de que no podemos quedarnos al margen de estos. Activar los barrios y familias, y votar ha sido esencial para poder acabar de una vez por todas con una constitución escrita en dictadura y preservada por una democracia dudosa. Es importante pensar en los tiempos que vendrán, para estar “agujas” con los procesos políticos, estar atentxs con las movidas y triquiñuelas: somos más, nos tenemos que educar a nosotres mismes para hacer frente a un sistema y a una clase política que no se interesa por nosotres.