Adolfo Bimer, César Vargas, Santiago Cancino y Víctor Flores son cuatro amigos que levantaron un nuevo espacio exhibitivo en Santiago, independiente, autogestionado y por sobretodo, radical. La decisión de emprender Sagrada Mercancía viene desde la inquietud por responder viejas preguntas del arte contemporáneo y por llevar un proyecto con congruencia y convicción. Emplazado en el barrio República, SM se inserta como un lugar donde se mezcla investigación y alucinación para indagar en los procesos más que en un resultado.
Por Carolina Martínez Sánchez | Imágenes: Josefina Lagos
Carolina Martínez: ¿Cuándo y a partir de qué impulso es que se empieza a gestar Sagrada Mercancía?
Víctor Flores: Sagrada Mercancía surge cuando estábamos en la escuela, en el año 2010 con otra conformación, donde después de un tiempo llegamos a tener la agrupación final compuesta por Adolfo Bimer, César Vargas, Santiago Cancino y Víctor Flores.
Cancino viene del grabado, César de la historia y teoría del arte, Adolfo de la pintura y yo de la escultura. De alguna manera, se da una fusión de disciplinas donde cada uno aporta desde su propio saber. En una primera etapa partimos en este espacio, pero delegábamos mucho la curatoría de las muestras, y luego nos dimos cuenta de que necesitábamos tener más control, y así con la refundación del espacio y el colectivo, decidimos actuar más desde nosotros y mostrar lo que nosotros queríamos ver. En el 2014 se refunda el espacio con la primera muestra de Cancino. Así empezamos a trabajar con solo projects.
Adolfo Bimer: Nace al percibir que existía un tipo de metodologías o ciertas maneras de hacer las cosas que no veíamos, y que es realmente pensar en un arte independiente. Esto es tomarse muy en serio el hecho de producir arte contemporáneo independiente, sin necesariamente caer en algunos lugares comunes de las propuestas independientes donde el low budget siempre se visualiza. Nosotros por el contrario, quisimos maximizar la escasez de recursos, además de exhibir lo que nos gusta, y tener las metodologías que no veíamos y que creíamos posible.
César Vargas: Sagrada Mercancía es un proyecto que se funda con este concepto de amistad que hemos ido consolidando a nivel de propuesta visual, estético, político y sobretodo cotidiano, y que trata de hacer una investigación y tener maneras de proceder en artes visuales, rescatando lo que ya ha dicho Víctor y Adolfo, que es ver lo que queremos ver. Es una máxima muy minimalista, pero efectivamente los proyectos que se han desarrollado son independientes, no han estado suscritos a ninguna entidad fuera de nuestras cabezas, nuestros cuerpos y los propios artistas.
El concepto de lo independiente ha sido para nosotros más que una bandera de lucha, una forma de relacionarse con las artes visuales, en la cual el artista está sujeto a otra manera de proceder, donde nosotros creemos que es la forma en la que el artista debería comprender su obra, que es hacer arte más allá de cualquier promesa de concurso o inscripción, o cualquier promesa burocrática, con un concepto riguroso autoimpuesto por éste mismo. El artista es un investigador del entorno y que está vinculado a una naturaleza, ya sea social, política o antropológica, bajo un criterio que involucra la obsesión que nace en él.
Hemos querido profundizar en lo que significa el artista como autor. Y esto es lo que ha ido formando el espíritu de lo que es SM, un laboratorio de reflexión visual, un espacio de residencia y de exhibición del proyecto que se ha generado en conjunto con el artista. Toda la discusión y trabajo se funda en la confianza que tenemos con el artista, es un trabajo íntimo y social. Queremos descubrir qué es lo que el artista puede hacer y hasta dónde nos lleva todo eso.
«El concepto de lo independiente ha sido para nosotros más que una bandera de lucha, una forma de relacionarse con las artes visuales, en la cual el artista está sujeto a otra manera de proceder, donde nosotros creemos que es la forma en la que el artista debería comprender su obra, que es hacer arte más allá de cualquier promesa de concurso o inscripción, o cualquier promesa burocrática, con un concepto riguroso autoimpuesto por éste mismo.»
CM: ¿Cuál es la diferencia con otros espacios independientes?
AB: Más qué haber mirado otros espacios, el punto de comparación fue con la “fauna completa” y lo que pasa en general en las artes visuales en Chile, donde pensamos en la posibilidad de generar un espacio con estas relaciones humanas, y que presente un modelo donde puedas decirle al mundo que sí puedes hacer tu propio espacio. No hay nada que te lo impida, más que la cantidad de esfuerzo que le administres a tu ímpetu, eso es lo único que puede hacer real o no un deseo. Y desde ese lugar es que planteamos la actitud de independencia.
Hay muchos espacios independientes que son flores de un día; aparecen y al poco tiempo dejan de funcionar, y a partir de eso, parte de la independencia, es la resistencia que podamos tener en el tiempo. Transitamos en una cuerda floja todo el tiempo, ya que la amistad y las relaciones humanas es el único pegamento que hay, no hay nada económico o algún contrato de por medio, solo la fuerza de ser amigos e involucrarnos seriamente en el proyecto. Resistir en el tiempo, es parte de la independencia real.
CV: Lo que se está midiendo a través de esta resistencia y metodología, es cuánto deseas lo que deseas como artista, cuántas de tus células quieren realmente serlo. Cuando invitamos a un artista, además de querer ver su potencial, queremos ver su verdadero deseo, pudiendo someter su propio régimen a una distorsión, y terminar tal vez en otro régimen de inscripción de su propia obra. Lidiar con el deseo, es algo que para cualquier espíritu humano es potente y radical, y ahí reside el problema en el arte, y es por eso que creo que todos nosotros estamos en esto. Solo es posible tener un espíritu investigativo en la medida que se tenga un problema con las artes visuales, y eso es lo que va a definir la potencia del artista. Un artista sin problema, no es artista, así de simple.
Por otro lado, la perspectiva de cambio la puede definir el olfato que construye la identidad de un espacio. Estamos entregados a la reflexión visual sin duda, pero desde un principio supimos que este “sentido” iba a ser nuestro órgano de análisis e investigación.
CM: ¿Cuál es la visión de SM del arte contemporáneo local frente al contexto global?
CV: Uno puede medir ese tipo de preguntas a nivel de inscripción de los artistas, pero creo que la tendencia a nivel global, y lo que hemos percibido, es que el arte contemporáneo latinoamericano está dando un giro importante en cuanto a espacios que se están inscribiendo en esta independencia. El flujo que se está dando entre pequeñas escenas y grandes territorios a nivel global es por donde va lo que puedan entregar estos espacios, que son los que están oxigenando el campo artístico ahora. Se están mostrando artistas que pueden dialogar en distintos escenarios y que han partido desde escenas marginales o precarias, y este espíritu también ha ido dislocando el cuerpo de obra de artistas consagrados, que profitan de sus fórmulas.
Ser parte de un proyecto de este carácter nos ha llevado a conocer otros que transitan y que son motivados desde nuestro mismo lugar, como UV Estudios, No Lugar, Carne, Sindicato, que pertenecen al contexto más cercano, y que nos han devuelto la idea de que estamos en un campo de relaciones que son homologables, con un compañerismo en esta resistencia y esta vereda independiente.
AB: Hay algo interesante en todo este zoológico que podría ser el arte chileno, y es que de alguna manera, ha logrado emparentarse a través de lo digital . Por ejemplo cinco o diez años atrás, yo no habría percibido que la escena artística chilena llamara la atención, tanto una galería consagrada como un espacio independiente, o un proyecto de un artista chileno en el extranjero o para una bienal . De alguna manera, todos estos espacios que pueden ser muy diferentes, se entretejen ya que todos comparecen ante el “estado chileno” y eso nos une. Todo este escenario, como dijo César, es homologable a otros países. El puesto que nosotros pensamos que estamos ocupando, en otros países podemos ver colegas que también funcionan con espacios similares, y que también están en inter relación dentro de su propia fauna. Así, es que el poder sentir esa pertenencia y que estamos compartiendo una idea transversal nos tranquiliza.
VF: Además del sentido de pertenencia, podemos compartir con estos otros espacios las experiencias de lo que significa ser independiente. Nosotros no imaginábamos hace un año por ejemplo tener una política de feria que compartimos con los otros modelos. Podemos ser independientes, pero todo lo que hacemos incluso a nivel de feria, son cosas que van sujetas a una reflexión. Así como lo fue con ArteBA, Ch.ACO, y Material Art Fair.
«El flujo que se está dando entre pequeñas escenas y grandes territorios a nivel global es por donde va lo que puedan entregar estos espacios, que son los que están oxigenando el campo artístico ahora. Se están mostrando artistas que pueden dialogar en distintos escenarios y que han partido desde escenas marginales o precarias, y este espíritu también ha ido dislocando el cuerpo de obra de artistas consagrados, que profitan de sus fórmulas.»
CM: ¿A que se refiere esa política de ferias y cómo la concilian con el carácter independiente de SM?
CV: El proyecto si tiene que generar una política interna que no había sido contemplada en sus inicios, es porque el proyecto realmente expandió sus límites, lo que significó generar una perspectiva de análisis posible de lo que nosotros podíamos desenvolver a nivel visual de lo que involucra las ferias. Las ferias son el mercado de las artes visuales, el mercado de los contactos, el mercado de las influencias, el mercado político donde se transan las obras y donde de alguna forma se va a producir una imagen simbólica de las galerías. Creo que la política que hemos establecido es coherente con lo que hemos hecho en el espacio. Nos apropiamos de nuestro espacio y es lo mismo que haremos en las ferias, generaremos proyectos que dialoguen críticamente , bajo una curatoría que nosotros desarrollamos junto a los artistas que invitamos a participar.
No nos vamos a restar a la posibilidad de generar nuevos vínculos o de que esto pueda tener un impacto más allá del horizonte en el que estás posicionado. Sería muy triste que un proyecto así limitara sus posibilidades de crecer. No vamos ni con un aire triunfador ni derrotista, pero vamos a enfrentar las cosas con la misma rigurosidad con la que trabajamos en SM.
Es muy fácil caerse y perderse en esto, pero creemos que mantener la integridad en este escenario es posible teniendo tus propios criterios de convicción y que te han llevado a pensar en ese lugar como una posibilidad de exhibir. Creo que uno de los objetivos y posibilidades de cualquier ser humano o proyecto, es nunca negarse a la experiencia.
AB: Más que una política de feria, que suena bastante grandilocuente, nos referimos a la manera de accionar, o como pensamos las cosas. Lo lógico es que si un espacio independiente con un carácter de resistencia a ese tipo de lugares, y que de alguna manera genera arte a partir de “nada” se vaya a meter a una feria, puede ser muy criticable, y sería lógico restarse para tener esa credibilidad política.
Pero creemos que el accionar más político es la integración. Esto no es exclusivo, es inclusivo; queremos demostrar que este modelo puede ser aplicado en ese contexto y que no deja de funcionar, solo va expandiendo horizontes o maneras de relacionarse. La manera de generar un cambio es estando dentro y no afuera, manteniendo la postura y actuar. Y pasa que muchas veces esta exclusión viene desde el resentimiento, y no es bajo ningún punto de vista, la manera de pensar las artes en Chile, separarse del resto dando la espalda. Sino que demostrar que el campo es mucho más grande de lo que nos habían dicho.
CV: Como un ente vivo y orgánico, tenemos un cuerpo de reglas que lo tenemos muy claro, y no nos da miedo. Las alternativas al sistema no nacen fuera del sistema, sino dentro de él. Convivir con otro tipo de espacios, experiencias y artistas que son diferentes, es parte de tu identidad.
«La manera de generar un cambio es estando dentro y no afuera, manteniendo la postura y actuar.»
CM: ¿Cómo enfrentan una práctica y curaduría experimental ya estando dentro de la periferia en la que se podría decir que estamos, ya sea por asignación del mainstream o por nosotros mismos?
CV: Lo que significa lo curatorial en SM es precisamente esta lucha reflexiva que abrimos con el artista, lo invitamos a ser interpelado bajo otras condiciones de posibilidad, donde se vea enfrentado a su propia producción. Los artistas no siempre lo hacen, están condicionados por miles de obstáculos o factores determinados por el contexto social, y nosotros abrimos ese campo para que efectivamente nazca del deseo de apropiación y de intervención, pudiendo incluso alterar su código o matriz de investigación. Todo el sistema socio-cultural está interesado en que las obras lleguen al puerto esperado. A nosotros nos interesa que el proyecto nazca, y que ese sea el resultado del problema al que nos hemos enfrentado esos dos o tres meses con el artista.
AB: Esa es la periferia donde nosotros estamos, donde no he visto otros espacios que trabajen en nuestro contexto con este formato. Me parece que debe existir, no creo que sea un modelo que apareció acá, y sin duda que es una mezcla de varios modelos más. Y en esta periferia es donde se logra esa curaduría, o interacción como prefiero llamarla.
CM: ¿El nombre del proyecto quiere evidenciar o quizás hasta satirizar la era de la mercantilización del arte? ¿Cómo rescatan ustedes esa vocación del arte como intérprete y proyección de la historia y el sujeto en una estructura guiada por la institucionalidad y el mercado?
CV: El nombre del proyecto si lo analizas, es en realidad una figura literaria, un oxímoron que define radicalmente esa dialéctica entre lo sagrado y lo que está sujeto a la manipulación, o sea, lo que se puede convertir en una mercancía; y esto puede ser cualquier producto humano dentro de este régimen económico. Todo objeto, incluso el conocimiento, es una mercancía. No hay nada que pueda escapar a esto. Entonces que mejor que llamar a nuestro espacio, al propio arte “Sagrada Mercancía”.
Lo que tú rescataste del mundo del arte, lo nombras y categorizas así, donde dentro de nuestro universo simbólico hay cosas sagradas, intocables; ese momento en que un artista “cerró la puerta por dentro” y ese momento es cuando él fue capaz de cerrar el sistema. Los artistas que lograron hacer eso y su producción, es lo que lo puedo llamar así.
AB: La contradicción de que toda mercancía tiene una funcionalidad, la cual se quiere adquirir en el acto del intercambio. Y el único valor que el arte puede entregar más allá del costo de producción, es ese carácter que va más allá del objeto mismo. Puede ser algo de oro y suntuoso, o una chatarra elevada a la categoría de arte. Pero de todos modos lo que se quiere comprar es exactamente lo que no se puede comprar. Pero sin esa materialidad no existiría esa inmaterialidad con la que se está vinculando, que es el punto de conexión con el querer tenerla. Y este objeto funciona como una especie de puente hacia ese otro. No es satírico, a pesar de que si es contradictorio.
VF: (Indica una edición antigua de una moneda de $10 ) Lo que nosotros hicimos fue esto, tomar este símbolo para nuestro espacio en su proceso de refundación.
AB: El cómo rescatar esta vocación, más allá de la discusión del aura de las obras y el arte, es la amistad y el compromiso por los cuales cada uno confía en el trabajo y decisiones del otro.
CV: Nosotros desarrollamos una relación y nos vinculamos con los artistas desde el nivel de la experiencia, lo que no sucede en otras formas de producción de arte. Y eso para mí, es la singularidad de SM. Y si se puede decir, somos herederos de otros espacios, algunos que aún existen y otros que no, y que han sido cimentados con un carácter parecido al que nos motiva, pero con diferentes maneras de operar. Espacios que los respetamos enormemente en cuanto a la iniciativa de abrir estos lugares para ampliar la perspectiva.
«La contradicción de que toda mercancía tiene una funcionalidad, la cual se quiere adquirir en el acto del intercambio. Y el único valor que el arte puede entregar más allá del costo de producción, es ese carácter que va más allá del objeto mismo.»
CM: Siendo un espacio que no se rige por las tendencias mercantiles, veo una línea curatorial de exhibiciones y proyectos consistente y consecuente, convergiendo materialidad, concepto y contexto. ¿Cuáles son los criterios de selección y curaduría de SM?
VF: Básicamente es el trabajo y personalidad de con quien queremos desarrollar un trabajo en conjunto, esta investigación. Y así, hasta ahora, ha funcionado muy bien.
AB: El resultado que tú puedes ver, tiene que ver con que esa obra fue realizada por cinco personas, donde puedes interpretar la interacción de ese artista con nosotros en este lugar. Y el criterio de selección, tiene que ver y apela al compromiso y a la intuición que tenemos de que ese artista puede funcionar en este espacio y con nosotros. Cuando se suman todos esos factores, pensamos en los potenciales invitados. Entonces si es que se puede hablar de un criterio, va por ahí sin duda.
CM: Trabajar en equipo es tan o más difícil que hacerlo individualmente. ¿Cómo lidian con distintas perspectivas y opiniones en un terreno que ya es subjetivo?
CV: Como decía Bimer, cuando planteas un proyecto, ya sea colectivo o individual, parte desde un ego. En ese sentido, lo importante de SM, era saber que no iba a existir un solo ego, sino que convivirían cuatro. Y ese factor de comprender esa situación, a nosotros ya nos ponía en perspectiva lo que significa involucrar una posición individual y respetar estas cuatro individualidades. No por eso, reprimir los egos. Al contrario, potenciar los egos en pos de la colectividad.
Y luego se convierten en cinco, ya que SM es siempre cuatro más uno. Esto es una democracia radical, donde la clave es la sinceridad. Si algo te disgusta, ya sea a nivel intelectual, estético, procesual, o personal, se dice, así de simple. No te puedes reprimir lo que consideras que es un error o que puede ser una “falta de respeto”. Hemos establecido un código de máxima confianza, con una verdad que nosotros mismos hemos estado dispuestos a producir. Posibilitar ciertas relaciones y estar en conocimiento de que sí es posible llevar un proyecto como SM. Es la utopía hecha realidad, y el espíritu es operar como banda, donde cada uno debe tocar nítido.
AB: Hasta que pueda durar, ya que al decirlo, te estás enfrentando con la caducidad del asunto. Así la materialización del lenguaje se ha convertido en nuestra obsesión en muchos sentidos; en lo que hacemos aquí y lo traducimos a un lenguaje visual, y al mismo lenguaje entre nosotros en el día a día, y en cierto modo nos hemos convertido en una tribu con su propio código.
«El afán propositivo es formar parte y también reconocer tu contexto, en el cual existen otras formas de producción, pensamiento e inscripción, y nosotros solo hemos generado una propuesta más.»
CM: ¿Cómo se desenvuelve e interactúa un proyecto autogestionado –y libre de las presiones ya mencionadas- con una estructura social y cultural que sí está supeditada al establishment?
AB: Nos relacionamos en esa diferencia que no excluye, que presenta una nueva posibilidad y que se pone en diálogo. Y que entra dentro del “sistema” manteniendo su integridad y sus propias ideas que de alguna manera forman el espacio. Además de esta diferencia inclusiva, yo diría que estamos en un espacio que hemos generado las obras que queremos ver, porque no estamos en ningún estado de dependencia, ni sujetos a cumplir con las expectativas o contrato alguno.
CV: El afán propositivo es formar parte y también reconocer tu contexto, en el cual existen otras formas de producción, pensamiento e inscripción, y nosotros solo hemos generado una propuesta más. Hemos abierto un campo de posibilidades, donde el espacio vive con la programación que nosotros queremos realizar, y en ese rigor hemos tratado de auto-educarnos y auto-disciplinarnos con una perspectiva estética propia y con una identidad que le de consistencia y que pueda prevalecer en el tiempo.
CM: La obra y producción artística en el pasado apelaba a lo excelso de la existencia, habiendo una clara diferencia entre el arte y la vida diaria. Ya con los románticos ese límite se quiso diluir para que la vida humana y el arte fueran un continúo. ¿En qué estado creen que están las prácticas? ¿Dónde se ubican en relación al sujeto y su mundo?
CV: La forma en que proponemos y visualizamos es una forma de abrir y darle aún más densidad a un proyecto y a una perspectiva del arte, donde se plantean preguntas tan básicas pero tan difíciles de responder como qué es el arte o para qué producir arte. Y dentro de este espacio posibilitamos que esas preguntas tengan cabida.
La relación sujeto mundo es muy subjetiva y creo que es posible de entenderla al sostenernos, donde el costo de producir pasa por nosotros mismos, y con un concepto de autogestión que realmente tenga cuerpo y verdad. Creo que esas preguntas y lugares comunes están teniendo valor en la medida del análisis que hacemos con los artistas que estamos trabajando.
Nuestro régimen visual sin duda que está vinculado a los códigos de la instalación, pero a nivel subjetivo, esas preguntas que se han ido olvidando, administran lo que nosotros tratamos de actualizar en la práctica del lenguaje contemporáneo. El propio agotamiento y constantes límites debiera replantear las respuestas, repensando la propia práctica y materialidad del arte. Parte importante de lo que le sucede al mundo del arte es este agotamiento, y la práctica del arte contemporáneo tiene que ver justamente con eso.
AB: Algo que marca una diferencia gigante con el pasado, es la masificación de lo digital y la inexistencia de un territorio como tal. Por ejemplo puedes ver una propuesta de un artista en Japón que es muy parecida a otra obra en otro lugar porque ya no hay un límite claro que separe. Con esto, hay una manera de pensar la práctica a nivel global que se ha sistematizado con la red, donde el agotamiento viene dado por la cantidad de información que se está entregando. Hay un adormecimiento por esta sobredosis de imágenes, y por esto las nuevas formas de pensamiento y hacer tienen que ver con eso. Ya no miras las imágenes con la misma detención, la sobrepoblación de ellas ya no te hace pensar tanto en lo que ves y ahí ves ese agotamiento. Y desde este fenómeno, es natural preguntarse qué es lo que viene después, que régimen visual puedes diagnosticar, donde la separación o distancia entre lo que está sucediendo y estos diagnósticos cada vez se va estrechando más, llegando casi a ser simultáneos.
Además de esta velocidad, está la interrogante de que frente a qué imagen te detienes, dónde tu repertorio visual y cultural te puede dar las pistas. La suma de los factores reconocibles es lo que podría presentarse como algo nuevo, aunque efectivamente ya está todo visto. Pero ahí puede estar la diferencia y lo que hace que una imagen te haga detenerte en ella. Posar no solo la mirada, sino también la intención. Esto lo digo además considerando por qué la práctica artística elige determinados materiales y soportes y no otros, en un mundo donde es posible hacer arte con casi todo.
Finalmente, la pregunta es por qué uno selecciona. En la época de los románticos los cuestionamientos eran otros y las limitantes eran las claras divisiones entre las disciplinas, habían campos mucho más determinables, y ya no lo son. Inagotabilidad del recurso de la posibilidad, eso es clave para pensar el arte hoy.
«Nuestro régimen visual sin duda que está vinculado a los códigos de la instalación, pero a nivel subjetivo, esas preguntas que se han ido olvidando, administran lo que nosotros tratamos de actualizar en la práctica del lenguaje contemporáneo.»
CM: Hoy estamos obsesionados con nuestra propia contemporaneidad donde el tiempo parece ir más rápido que la vida. ¿De qué maneras alinean las visiones de ustedes como actores culturales y como espacio con este imparable desfase?
CV: Creo que a ese flujo constante de información y de visibilidad de lo que pueda emerger en nuestro espacio de vida contemporáneo, le hemos puesto una especie de suspensión, y esa suspensión con respecto a ese régimen visible nos ha permitido reflexionar acerca de ese mismo flujo. Y ese momento de suspensión que involucra un proceso de reflexión sobre ese mismo fenómeno, es lo que nos permite tener una especie de lugar para poder proyectar un trabajo que de alguna forma dispute la visibilidad en esas condiciones de la pelea y de la existencia.
Hemos podido detener un poco la máquina para poder ver como está funcionando, y aunque el régimen tecnológico diga que hay una uniformidad estable, no es tan así. Hay realidades radicalmente diferentes, y por más que la promesa tecnológica quiera evidenciarnos que estamos en un equilibrio en términos de condiciones, sabemos que es un simulacro. Hay un sector de la población que está realmente alejada de lo contemporáneo. Son distintas intensidades y sabemos que esa promesa de igualdad de satisfacción no es real.
Deteniendo ese régimen, es posible entender que tiene sus propias contradicciones y su propio reparto de poder. Por ejemplo, en Santiago puede haber más de tres exhibiciones en la semana, pero en otras regiones no puede haber por años. Realidad que muchas veces se camufla temporalmente por las redes sociales y la web. No creo que haya una vida con igualdad de experiencias, es todo lo contrario, y si podemos abrir un espacio con experiencias que puedan generar algún tipo de trascendencia más allá del flujo al que se somete la propia mediatización de las artes, lograríamos gran parte de lo que deseamos.
AB: Marcando un pulso que corresponda al que tu cuerpo anda y no forzar la máquina, o forzar el pertenecer, o llegar al objetivo; entendiendo tu campo y sacarle el mejor provecho. No es presumido y no es aspiracional, plantea y trata de entender su lógica. Pero sí estamos en el mismo tren, donde es en nuestro vagón donde las cosas suceden de otra manera.
CM: ¿Cuáles son los proyectos y la visión para este 2017?
AB: El año ya está listo en cuanto a los artistas invitados, lo que es más flexible en el calendario es el espacio donde están nuestras oficinas que también hay un espacio de exhibición.
Los proyectos o proyecciones son de alguna manera consolidar las ferias nuevas y mantenerlo. Acabamos de ir a Material Art Fair en México, y la próxima feria es ArtLima . Por otro lado estamos planeando algunas posibles colaboraciones con Galería Revolver de Lima, y con los artistas que ya hemos empezado a trabajar como Adolfo Martínez.
Así queremos lograr expansión y mantenerla, consolidar las ferias como ya mencioné, y realizar una serie de proyectos satelitales que expandan las experiencias de SM, que de alguna manera ya se empezó a activar con intervenciones en el espacio público.
CV: La idea es darle continuidad a la forma de preceder, comprendiendo también que ese mismo anhelo involucra que en las estancias de producción las podremos afianzar aún más, nos queda camino por recorrer y agotar nuestras capacidades espaciales. Estamos en un proceso en el cual creemos que falta por acotar la máquina que echamos a andar hace dos años, donde el umbral de agotamiento no es el límite, sino que nos llevará a repensar todo y seguir adelante.
En el campo de la alucinación, queremos traer artistas extranjeros, donde las propias escalas de inscripción puedan ir aumentando los desafíos y queremos estar en el standard que podemos dar y estar. La alucinación puede ser un buen impulso, la primera forma de conquistar y poseer es soñarlo y asirlo inmaterialmente, y donde es el propio cuerpo el que te conduce a ello.