«Athens Biennale curada por Stefanie Hessler, Kostis Stafylakis y Poka-Yio es sensual hasta decir basta, huele a plástico de juguete nuevo, es vinilo transparente, luces leds, eco de canción pop, lobby de motel barato y edificios abandonados. Como artista latinoamericana – así como sin querer queriendo – me reconozco en sus estéticas periféricas.»
Por Carla Garlaschi | Imágenes cortesía de Athens Biennale
Sentada en un escritorio plástico púrpura en el 9no piso de un hotel central de Atenas, veo la Acrópolis rodeada de grúas que por las noches trabajan en un dudoso lifting. El templo, atemporal, me hace pensar en las clases de mi profesora de historia de arte de la Universidad Católica de Chile, Claudia Campaña, y su pelo liso. Desde mi ventana, ambas estructuras parecen tener relación. A la izquierda, la antigua ruina y cuna de la cultura occidental. A la derecha, un esqueleto de concreto, un edificio de diez pisos sin terminar, una locación perfecta para un video de trap.
Si el año pasado antes de visitar documenta 14, me había hecho grandes ilusiones viendo en pijama The Destruction of Europe, las video charlas del programa educativo de Paul B. Preciado con Franco Bifo Berardi, la exposición en sí me había parecido algo seca, inabarcable y necrófila, como un largo intestino institucional. Lo digo porque, aunque documenta y Athens Biennale tengan un florido pasado de antipatías, no puedo no caer en el odioso ejercicio de la comparación. Y, según he hablado con artistas tanto extranjeros como locales, noto que no soy la única. Athens Biennale curada por Stefanie Hessler, Kostis Stafylakis y Poka-Yio es sensual hasta decir basta, huele a plástico de juguete nuevo, es vinilo transparente, luces leds, eco de canción pop, lobby de motel barato y edificios abandonados. Como artista latinoamericana – así como sin querer queriendo – me reconozco en sus estéticas periféricas. Esa remezcla de la Atenas callejera me habla.
ALIENS
The End y The Craft (2017) de Morina Al Qadiri retrata vía instalación y video de ciencia ficción lo-fi, el universo familiar y narrativo de una niña que vive la americanización de Kuwait post Guerra del Golfo. Dibujos infantiles de alienígenas son superpuestos en videos caseros noventeros proyectados dentro de una instalación que remeda un American diner. Tras una puerta encuentro una hamburguesa levitante que me pregunta “¿estás realmente dónde crees que estás?” La artista sueca Linnéa Sjöberg también parece tener relación con la re-puesta en escena de lo marginal. Salong Flyttkartong (2011), que literalmente se traduce como “Salón Caja de Mudanza,” fue en sus inicios un taller ambulante de tatuaje ilegal que cabía en una caja de cartón. El salón hacía apariciones fuera del mundo del arte, en fiestas under o en una esquina perdida en convenciones de tatuadores. Hoy, Linnéa, me habla de cuan lejanos le parecen esos tiempos y cuan consciente es de lo absurdo de su re-actuación – y posiblemente la exotización- de un pasado yo. Su instalación, una permanente fiesta-falsa, llena de sus amigos que viajaron para acompañarla y pasarlo bien mientras se tatúan a diario en horario de apertura. Pero para mí, que tuve mi primer encuentro con el fenómeno Swedes Abroad en Mallorca, trabajando y yéndome de juerga con ellos en bares, noto ese drástico cambio de personalidad que sufren los suecos tan pronto como ponen un pie fuera de su sistema de regalías mutando de gente responsable y aburrida a adorables party-animals.
FETICHES COTIDIANOS
En Leaning Horizontal II (2018) el artista Sirous Namazi instala una repisa de supermercado en 45º grados con productos griegos, que de acuerdo al catálogo señala “la asimétrica económica de la opulencia vs/ la pobreza” en la que actualmente se encuentra Grecia. Pero las repisas están aún llenas. Pienso en Cuba y las repisas vacías que una vez vi allí. En la mitología preincaica Moche el Pachacuti, es cuando los objetos se revelan contra lo humanos, revirtiendo los roles. Suelo pensar en esto cuando veo esculturas. Spa & Beauty (2018) de Geumhyung Jeong muestra una compilación de videos y utensilios para el cuidado de los pies y diferentes partes del cuerpo que necesitan ser sobadas. En uno de los videos una ama de casa confiesa “Tengo un fetiche por los pies.” Aquí, cepillos y texturas masajean la piel, y según dicen, también el alma.
PASTEL GOTH
Cerca de la entrada de uno de los edificios principales del show, el clásico hotel Esperia Palace, Alice Potts, muestra SWEAT (2018), un proyecto fashion-science auspiciado por Onassis Foundation que creo podría ser fácilmente presentado a Channel. Potts ha tratado unas zapatillas de ballet mediante un proceso químico que ha cristalizado el sudor de los pies de las bailarinas en transparentes tonalidades cute-hardcore tipo pastel goth. SWEAT no es oficialmente parte de la bienal, pero su locación y falta de claridad señalética, hace que sea nombrada en varios artículos de la bienal. De todos modos me interesa. La artista turca Pınar Öğrenci expone LED Light City Istanbul (2013-2015) una titilante video-composición tipo puzle de letreros LED rosa, purpura y rojo. Su disposición es tal que se asemeja a pantallas de vigilancia o pantallas informativas de llegadas y salidas de vuelos en aeropuertos. Estos son algunos de los trabajos que me hacen pensar en la teórica Sianne Ngai y su división de las estéticas actuales en lo tierno, lo loco y lo interesante. Lo que veo encaja con gran parte de este sistema.
ENERGOLATERIA (el culto a la energía)
Siguiendo por la ruta de los sudores o de los olores que quieren taparlo, me encuentro con la instalación de Raja’a Khalid, Olimpiacos FC/AXE (2018). Banderas de un equipo de fútbol impregnadas de un penetrante e insoportable aroma antitranspirante, Axe. Me obligo a quedarme y aguanto de escapar, como si abrazara obligada a alguien preocupada de que me deje pegado su olor por el resto del día. Es como me imagino que huelen futbolistas y adolescentes de ciudades chicas; una parodia de masculinidad. En otra sala, el colectivo Front Deuches Äpfel hace una sátira de organizaciones neonazis en su bandera: una manzana, la primera fruta nombrada en la Biblia. Esta sátira del colectivo falso-fascista me parece desfasada y bastante naif hoy en día, cuando hasta la cultura de derecha-alternativa (alt-right) juega a la ironía vía memes de Pepe the Frog, la Republica de Kekistan y otros practical jokes. Cuando la ironía se vuelve la expresión favorita del espectro político fascist curious [1], ésta necesita ser seriamente observada y replanteada. De algún modo, me es mucho más interesante la campaña de marketing político para EXIT Deutschland. EXIT Deutschland recauda 10 euros por cada metro que un grupo neonazi marcha y dona el dinero a un programa que ayuda a jóvenes de Alemania a alejarse de grupos extremistas [2]. ¿Podría esta campaña, empaquetada de manera diferente, haber sido arte? Definitivamente hubiera sido un proyecto más ambicioso y efectivo que el Front Deutscher Äpfel. Agency Medusa Bionic Rise (2017-2018) de The Agency es una combinación de laboratorio, gimnasio y oficina corporativa activada vía performance. La obra propone un régimen de entrenamiento corporal y transformación post-humana mediante proteínas y prótesis. De estética queer, DIY, antihéroe, noto una gran apoyo en estética de celebridades contraculturales de Instagram como @internetgirl que actualmente tiene 217k seguidores. The Agency tiene 912 seguidores. Algo pasa cuando las cosas se vuelven arte. Marianna Simnett expone The Needle and the Larynx (2016) un perturbador video unicanal donde la artista se somete a una intervención quirúrgica que daría a su voz un tono más masculino, más grave. Pero la operación en lugar de otorgarle este tono más serio, obstruye su respiración. Vemos a un cirujano insertando una aguja en su garganta, tratando de paralizar diferentes partes de la laringe de Marianna. El video es difícil de mirar, es un escenario de horror pulcro.
BACK TO ME
Saco fotos, llevo mi identificación de prensa puesta. Soy una turista. En la fiesta de inauguración veo a una rubia con una camiseta que dice “TURISTA.” Ella baila feliz haciendo ese intento tan común en los europeos de baile pseudo-tribal, igual me cae bien. Saludo a una artista escandinava que conozco. Lo único que ella atina a preguntarme, es que si quiero tener hijos. Arranco de la conversación y me adentro en el corazón de la fiesta. Hago alarde de algunos de mis mejores pasos de baile junto a la artista ecuatoriana Jazmín Taco. Un equipo de TV prensa aparece de la nada y comienza a filmarnos. Reímos cómplices y bromeamos: “En el norte la gente ni nos habla, ¡y aquí nos tratan como estrellas!” Las antiguas esculturas griegas tan veneradas por su blancura y pureza por los europeos del norte, originalmente estaban pintadas en tonos bastante colorinches. La Bienal me hace pensar en la reguettonera y matriarca del neoperreo, Tomasa del Real, cuando le preguntan si es feminista y afirma que ella está más allá de los ismos. Sigo masticando el show por un tiempo.
FOMO
Como evento, la bienal tiene mucho de espectáculo y su sensualidad es generosa con el público. Pero tal atractivo no existe sin un contexto. Me pregunto qué significa esta necesidad de atención. No me queda tan claro. En otras palabras, ¿por qué la bienal circula de manera recurrente en torno a una estética generacional de memes y redes sociales? El poeta y narrador chileno, Alejandro Zambra, dice que la literatura surge de la necesidad de pertenecer. Me pregunto si ese afán por agradar, podría ser signo del temor de los trabajadores del arte por no pertenecer a un panorama más amplio. Desde esta perspectiva, la Bienal tiene una relación más estrecha con el impulso, la noción de Kairos, la oportunidad de lo contemporáneo como actitud crítica. Otro pensamiento: así los europeos del siglo XIX buscaban lo pintoresco, tratando de encontrar esa estética pictórica dondequiera que iban, será que ahora se persigue lo instagramesco [3]? ¿Y cómo – me pregunto – este marco estético, que pone dentro de un mismo grupo a hípsters queer berlineses junto a trolls de derecha alternativa, moldea la realidad?
EL ORÁCULO
En Delfos, el sitio del antiguo oráculo, el curador ruso Denis Maksimov relata a un grupo de estudiantes como la mitología griega consiste en narraciones de regímenes de poder rivales. A Denis no se le paga por la charla, lo hace por generosidad. Delphi ejemplifica específicamente como el mito matriarcal de Gaya fue violentamente reemplazado por el culto de Apolo. Pero, de repente, Maksimov es interrumpido por dos guías turísticos fiscales que le informan que se cobra una multa de 10.000 euros a personas que hablan con grupos de más de tres personas en el sitio arqueológico. Los guías amenazan con denunciarlo ante las autoridades.
Pongámoslo claramente: el estado es dueño de la narrativa. Solo sé sobre este incidente, porque Jazmín Taco lo grabó en su iPhone [4]. Se acercó al grupo y documentó el intercambio. Cada vez que uno de los guías le pide dejar de filmar, ella apunta la cámara hacia su escote y hace un duck face fingiendo posar para Snapchat. ¿Podría ser este un ejemplo de lo instagramesco al servicio de la crítica?
[1] Ana Teixeira Pinto: Artwashing – on NRx and the Alt right (2017) https://www.textezurkunst.de/articles/artwashing-web/
[2] https://www.theguardian.com/world/2014/nov/18/neo-nazis-tricked-into-raising-10000-for-charity
[3] Ruminations on Ruinations, Elizabeth Scarbrough. The Philosophers Magazine (2018).
[4] Video expuesto en nomade, una muestra y evento de un día de estudiantes arte de HFK Bremen y artistas locales en Circuits and Currents, Atenas 2018.