Por Ana Rosa Ibañez
Hace tiempo ya que no escribía, andaba entre ocupada y falta de inspiración. Menos mal, algo me pasó en esta muestra que me despertó una curiosidad inocentona que estaba medio hibernando, medio consumida y honestamente medio cansada de los formatos convencionales de escribir y criticar. En la casa-estudio de un artista (Gracias, Adam Nankervis!), dispuesta como la versión gastada de alguna galería, me encontré con los últimos trabajos de Nina De Felice, una artista emergiendo.
Los cuadros todos repartidos por las paredes de un clásico departamento berlinés devenido con el tiempo y el uso de su dueño, que a diferencia del departamento, distaba de ser clásico. Yo con su permiso, le llamaría excéntrico (y ese es el mejor cumplido que puedo dar). Esparcidos por la pieza de Adam, en la cocina, en una torre de cajas de cartón o colgando sobre unas sillas, se podían encontrar cuadros en cada rincón de la casa. Los acompañaban los globos de algún cumpleaños pasado y una pila de caja de galletas en la cocina. Todo se relacionaba con mucha armonía, como si los cuadros se hubieran pintado ahí mismo y fueran viejos amigos con el resto de las cosas, de las obras y de la comida. Estaban teniendo su propia fiesta. Detrás de una capa de humo de tabaco, mientras la luz media permitía que el vino tinto confabulara con los libros, esculturas, plantas y pretzels; las pinturas se mostraban amistosas y accesibles. No habían vidrios ni marcos separándonos de las pinceladas de Nina. Solo el papel clavado a la pared, sin ninguna pretensión de ser más importante que el resto.
Echada en la cama de Adam, ya un poco borracha y emocionada mientras todos cantaban por turnos alguna tonada de los varios países de procedencia, me bajó el existencialismo y no pude frenarme antes de empezar a analizar todo lo que involucraba la situación para entender el placer en el que estaba que me tenía la cabeza caliente. Por qué esta muestra está tan simple, tan directa; los cuadros se entienden tan bien y en qué minuto pasamos de esto a los cubos blancos, los tacos altos y los pantalones de colores brillantes. ¿Qué era lo que me hacía sentir tan a gusto y tan cerca de estos cuadros? No me daban ganas de analizarlos desde el punto de vista del mercado, ni de la historia, ni de nada que haya aprendido antes. Alguno que otro referente se me venía a la cabeza pero disfrutando el no pensar! Sin molestar a estos personajes cotidianos y decadentes, respetando su enigma antes de tratar de meter su espíritu en una caja y descomponerlo en un texto.
También me di cuenta que lo que me hacía sentir tan cómoda era algo sobre el trabajo honesto y sencillo, algo sobre la colaboración desinteresada, algo sobre los asistentes sin compromiso, que no vienen como espectadores o consumidores de arte, sino porque realmente quieren estar ahí, aunque seamos poquitos y no hayan fotógrafos.
Claro que no era la primera vez que me cruzaba con un proyecto artístico así; sé que no estábamos descubriendo la rueda, pero habiendo estado bastante irresponsable en lo que a exposiciones respecta, me di cuenta que lo echaba de menos y lo pude poner en valor. Me inspiró.
Dado que vivimos en distintos países, Nina y yo empezamos una conversación por correo, y sin pensarlo antes, terminamos recorriendo nuestras perspectivas sobre el mundo del arte actual: la figura del galerista (verdades y prejuicios), del artista y de las obras en sí mismas.
Conociendo a Nina
Entonces, eres de New Jersey. ¿Qué tan similar o qué tan diferente encuentras la escena artística en Berlín? ¿Disfrutas siendo artista en esta ciudad?
Crecí en New Jersey pero me fui a vivir a Washington DC cuando tenía 17 para ir a la universidad. De la escena de arte en New Jersey no puedo decir mucho, pero comparando con DC, diría que Berlín ofrece un ambiente más experimental. Creo que aunque hay un montón de lugares interesantes que exhiben una gran variedad de arte, igualmente no se compara a Berlín. Yo lo atribuyo a los bajos costos de los espacios y el estilo de vida libre que la ciudad ofrece. Ambos tienen sus pro y sus contra, a veces me abrumo con ser una artista en Berlin. Es un desafío no ahogarse pero al mismo tiempo me mantiene trabajando más inspirada y con más ahínco.
Tu muestra en Museum Man acaba de terminar; el espacio y el montaje (o falta de) era muy interesante. Bastante lejos de las ya comunes galerías al estilo “cubos blancos”. ¿Estás satisfecha con cómo tu trabajo se relacionaba con el ambiente?
Me encanta ver mi trabajo en ese contexto. Amo el ambiente y los muros! Los muros hacen que todo se vea bien. Una vez participé de una exposición colectiva en un galpón en Baltimore que se transformó en una galería; tenía más o menos la misma vibra. Muros de concreto desnudo y un montón de carácter. Yo pinto en papel porque me gustan los bordes toscos y la sombra que producen en un muro plano, pero las imperfecciones del muro de concreto se relaciona mucho a como creo mis cuadros.
Es increíble que con el apoyo de Adam hayas podido experimentar así con tu trabajo… ¿Habías trabajo con un galerista antes? Cómo compararías la experiencia?
Creo que podría decir que he trabajo con galeristas, pero nunca en la medida en que trabajé con Adam. Estudié en un escuela de arte enfocada en museo, así que estábamos montando shows y trabajando con curadores constantemente, pero también nos animaban a probar nuestro estilo y hacernos cargo. Adam es como un cofre del tesoro de información e historias. Casi pone mis cursos de historia del arte en vergüenza! Es una persona que lo único que hace es crear, y también profesionalmente es muy comprensivo. He aprendido mucho trabajando con él y con el tiempo que pasé en AVS. Creo que ahora estoy, más cómoda experimentando con ideas y sin preocuparme de que mis obras sean “obras maestras”. Eso es una gran ayuda. Creo que he tenido suerte con las galerías con que he trabajado hasta hoy. Siempre he podido relacionarme con los galeristas en un novel personal, con algunos más que otros pero hasta el minuto no he tenido experiencias negativas.
Me alegra que todas tu experiencias hayan sido positivas. No se por qué tengo mis reservas cuando se trata del mercado del arte; en general espero que los artistas emergentes estén casi siempre en el lado que pierde del intercambio. Probablemente viene de algunas experiencias personales, viniendo de un lugar donde el mercado del arte es bastante angosto y por la misma razón un poco brutal, especialmente entre galerías. Pero tú te sientes alentada por el mercado del arte para seguir tu carrera, que bueno saber que estoy equivocada respecto a las reglas. ¿Consideras que vivimos un momento donde los artistas tienen opciones y oportunidades? (Estoy esperando que me botes los prejuicios de nuevo…)
La verdad es que he escuchado bastantes historias de terror, por la misma razón siempre entro en las situaciones con sospecha. He tenido momentos en que pierdo ventas porque los galeristas están subiendo los precios de mis trabajos para tener más beneficios, pero creo que eso es bastante común. Trabajar con Adam ha sido bastante afortunado porque trabaja su galería como un proyecto artístico, por lo que no se lleva ningún beneficio. Lo hace 100% por los artistas.
También muchas veces me invitan a participar de shows y luego me entero de que la cuota para participar es altísima. Eso es algo que me enoja mucho y a lo que nunca accedería. La galería llevándose un pequeño porcentaje puedo entenderlo, tienen que mantener la galería andando de alguna manera. Pero pagar solo para mostrar es una locura!
Creo que en muchas maneras el mercado del arte pasa por etapas y es difícil no seguir tendencias para ser mas importante o exitoso, pero hay caminos alternativos y un cierto estilo o medio solo puede estar “in” por tiempo limitado. No diría que me siento alentada por el sistema del arte, las posibilidades de que en algún momento me encuentre en una situación rara con una galería son bastante altas, pero amo demasiado pintar como para dejarlo. Quizás cambie de opinión si me friegan, en ese caso te aviso.
Hablemos de tus pinturas. Los bordes toscos parecen ser un elemento determinante, casi parecen rajados. No están enmarcados y están clavados a la pared como si no estuvieran terminados, o estuvieran en proceso. Fue una decisión previa? Se relaciona muy bien con las personas que están dentro de las pinturas; también un poquito borrosas, un poquito toscas y mal terminadas… me podrías contar un poco de las personas que pintas?
Sí, los bordes son muy importantes. La manera que pinto es tan atolondrada, me encanta desordenar todo cuando estoy pintando, por lo que pienso que hacer los bordes limpios y ordenados parecería deshonesto de mi proceso y mi energía cuando estoy trabajando en un cuadro. También me gusta la yuxtaposición de las figuras “producidas en masa” que pinto, particularmente en mis primeros trabajos, con esos bordes desordenados. Las personas que pinto intentan retratarla vida mundana y los sujetos con valores Euro-Americanos; estudios de genero y presiones sociales que un poco categorizan a la gente en cajas perfectas, pero en la realidad la gente es mucho más compleja que lo que la sociedad permite. Creo que la materia de un sujeto en una superficie desaliñada es una mezcla interesante. También me encanta la estética de los clavos contra la pared.
En la exposición me comentaste que los clavos a veces rompen tus pinturas, y tienes que repararlas. No te preocupa que se deterioren? No enmarcarlas también puede tener efectos en los pigmentos… no crees en este concepto de “vida eterna” de las obras de arte?
Estoy arreglándolas constantemente! Es un dolor. Para algunos shows más grandes he construido unas plataformas para montar las pinturas, así que eso ayuda un poco, a pesar de que siguen expuestas a todo. Me gustan mucho las texturas y siento que enmarcar la pintura detrás de un vidrio esconde los detalles. Al mismo tiempo, no quiero que mis pinturas estén completamente deterioradas en veinte años. Es algo en lo que aún estoy trabajando. Uso muchas capas de cebador y revestimientos para mantenerlas en forma pero eso no las protege permanentemente.
¿Quizás pintando una sociedad en constante deterioro? Creo que esconde una consistencia hermosa. Las imágenes en si mismas no son tristes, pero dejan un gusto a nostalgia. Quizás es algo en la paleta de colores, en la pincelada también… además de la textura que mencionas por supuesto. Todo conversa. Los colores y el pincel me recuerdan un poco a Lucien Freud…
Ohh… “pintando una sociedad en constante deterioro”, me encanta! Totalmente! Definitiva nostalgia; no es algo que siento cuando entro en la pintura, pero parece evidente cuando las termino. Lucien Freud es uno de mis artistas favoritos las texturas en sus cuadros son increíbles (Una vez se disparó la alarma en un museo porque tuve que pararme muy cerca de uno de sus cuadros para analizar bien esas pinceladas!). También me encanta el trabajo de Francis Bacon y Luc Tuymans. También me inspiran mucho libros y películas. Leer “1984” y “Muerte de un Viajante” me sobre-estimulan de inspiración.